¿Sabías que en España tan solo un edificio de cada 5 tiene una certificación energética superior de tipo E? Parece un simple dato, pero si tenemos en cuenta el orden de estas certificaciones, que va del tipo A, como calificación más eficiente, hasta tipo G, como la que menos, el dato se vuelve más alarmista.
Y es que en España, la primera normativa que tiene en cuenta criterios de eficiencia energética data del año 1979, y casi el 60% de los edificios son anteriores a esta fecha. Si nuestros edificios pasarán a examen de eficiencia energética, el 84 % de la clase se vería suspendida con una nota de 4,3 sobre 10. Además, 1 de cada 4 edificios cuenta ya con más de 50 años a sus espaldas. Todos estos datos nos llevan a la conclusión de que una gran parte de nuestros edificios se cimentan sobre unas estructuras que están lejos de la concepción del edificio como elemento eficiente energéticamente.
Para evaluar la eficiencia de los edificios, entran en juego varios aspectos como el consumo de energía producido por el edificio, el CO2 que se emite para conseguir la energía necesaria para el edificio, el nivel de aislamiento o los materiales de construcción. También es importante el tipo de instalación con la que contamos y la presencia (o no) de aires acondicionados, bombas de calor o, incluso, toldos.
Aunque es verdad que no podemos hacer nada para que la antigua construcción de nuestra vivienda, pase a ser moderna y eficiente, sí que podemos modificar algunos de nuestros hábitos para ahorrar en nuestra factura. Según el informe anual de Gas Natural Fenosa, entre todos, podríamos llegar a ahorrar hasta ¡5.500 millones de euros! Pero, ¿cómo podemos llegar a ahorrar estas cifras?
Esa pequeña luz roja constante…
El paso más sencillo que podemos dar es el de vigilar con los aparatos eléctricos que siguen encendidos mientras no los estamos utilizando. El famoso ‘pilotito rojo’ de nuestro televisor o ordenador que se queda encendido toda la noche, puede llegar a superar el 10% del gasto energético total de nuestro hogar.
‘Optimiza’ tus equipos
Otro paso muy importante sería el de cambiar los electrodomésticos por los más eficientes que nos ofrezca el mercado. Este paso, aunque supondría una inversión inicial a tener en cuenta, recogeríamos sus satisfactorios frutos a la larga. Entre neveras, hornos, lavadoras, iluminación, calefacción, aires acondicionados y agua caliente podríamos llegar a ahorrar más de 4.000 millones de euros.