refrigeracion

 

La calefacción y la refrigeración son las responsables de hasta la mitad de la energía que se consume en la UE y, además, gran parte de esta energía es desperdiciada. Uno de los objetivos marcados desde la propia UE es desarrollar una nueva política de uso más eficiente y sostenible sobre la calefacción y la refrigeración. Si este objetivo se cumpliese, las importaciones de energía y la dependencia se reducirían y también serviría para reducir costes a hogares y empresas, logrando alcanzar así el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero marcado por la UE.

Aunque cada vez es más habitual el uso de energías limpias, el 75% del combustible que se utiliza para calefacción y refrigeración todavía proviene de combustibles fósiles. Y es que por mucho que se reduzca la dependencia de las importaciones, sigue siendo prioridad asegurar el suministro, en especial para aquellos estados miembros que dependen de un solo proveedor.

La calefacción, la refrigeración y el sistema eléctrico deben apoyarse de manera mutua en el esfuerzo de descarbonización. Es fundamental en este proceso reconocer la relación que existe entre estos elementos y aprovechar las sinergias.

Esta estrategia abre la posibilidad de integrar la eficiencia en la calefacción y la refrigeración dentro de las políticas energéticas de la UE, haciendo especial hincapié en frenar la fuga de energía de los edificios, maximizar la eficiencia y sostenibilidad de los sistemas de calefacción y refrigeración, fomentar la eficiencia en la industria y cosechar los beneficios que supondría la sinergia entre los sectores de calefacción,  y refrigeración, y el sistema eléctrico.

Este uso sostenible y eficiente de la calefacción y refrigeración es factible teniendo en cuenta la alta disponibilidad que nos ofrece la tecnología hoy en día. Las acciones pueden llevarse a cabo de forma rápida, sin inversiones iniciales para nuevas infraestructuras, y con beneficios sustanciales tanto para la economía en general como para los consumidores individuales.

En conclusión, para lograr los objetivos marcados será necesario que los edificios emprendan el camino hacia la descarbonización. Esto supone la renovación de los edificios que ya existen e intensificar los esfuerzos en eficiencia energética y energías renovables. A todas estas acciones se deben sumar el fomento de la electricidad descarbonizada, así como la calefacción urbana. Una correcta automatización de los edificios puede suponer un mejor servicio para sus ocupantes y un sistema eléctrico más flexible mediante la reducción de la demanda y del almacenamiento térmico.

Por lo que se refiere a la industria, es posible avanzar en la misma dirección. Para ello, se deben aprovechar los argumentos económicos en favor de la eficiencia y aplicar nuevas soluciones para fomentar el uso de energías renovables. No obstante, este sector todavía depende de combustibles fósiles para llevar a cabo procesos a altas temperaturas.

Se trata de un proceso largo y los resultados se atisban a largo plazo. Sin embargo, comenzar a generar acciones sostenibles y adherirse al proceso de descarbonización nos puede generar grandes beneficios de manera inmediata.

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