La iluminación en el lugar de trabajo es uno de los elementos de mayor consumo energético. Conseguir ahorros significativos es imprescindible para las empresas actualmente por lo que la iluminación LED se está convirtiendo en la alternativa más rentable. Pero ese no es el único factor relevante a la hora de plantear un cambio. Está demostrado que la calidad de la luz influye en la productividad de los trabajadores y evita problemas de salud a largo plazo.
La mala iluminación en el puesto de trabajo es debida tanto a la insuficiente calidad de la luz como a la cantidad inadecuada. Estas deficiencias suelen acarrear fatiga, estrés y, a la larga, pueden producir problemas físicos debidos a los sobre esfuerzos visuales a los que los empleados se ven sometidos ante un entorno con luz escasa. Una buena iluminación, a parte de las ventajas para la salud y el bienestar de los trabajadores, da lugar a un mejor rendimiento en el trabajo (velocidad), menores errores o rechazos, mayor seguridad, menos accidentes y menor absentismo laboral. En este punto además tiene mucho que ver la óptima calidad de luz y la mejor uniformidad.
Se ha demostrado que oficinas confortables y, a la vez, eficientes energéticamente, trae como consecuencia un aumento de la productividad, mejora del ambiente laboral y reducción de gastos en electricidad hasta más de un 50% y costes de mantenimiento que llevan hasta el 100%.
Otro ejemplo es el estudio realizado en el entorno de la industria metalúrgica para tareas visuales de dificultad moderada, se estima que el incremento del nivel de iluminación de 300 a 500 Lux se traduce en un aumento de la productividad de un 8%, cifra que alcanza el 20% si el nivel de iluminación pasa de 300 a 2000 Lux.